A continuación, queremos compartirte las mejores poesías de invierno para niños adultos. Pero primero: ¿Qué es el invierno? ¿Es algo frío solamente? Es clima que invita a recogerse y nada más. La palabra nace del latín Hibernus que significa: “Relativo al invierno”.
Es la cuarta estación de las conocidas primavera, verano, otoño e invierno y es considerada la más fría por tener en algunos países temperaturas bajo cero. Comienza con el conocido solsticio de invierno y culmina con el equinoccio de primavera.
Cuando hablamos del hemisferio norte se reconoce al invierno a partir del 21 de diciembre al 21 de marzo y en el caso de hemisferio sur, comienza el 21 de junio y culmina el 21 de septiembre, teniendo claro que estos días pueden variar un poco.
En el caso del invierno es típico decir que los días son más cortos y las noches más largas. Es el horario cuando trabajan los gorros y sacos gruesos. Las bufandas y las pelotas de nieve. Es un momento que si sabemos entenderlo puede estar lleno de maravillosa diversión. Y por supuesto es un momento de navidad.
Poesías de Inverno para Niños
Viento de invierno
Vuela sin cesar
Viento helado y frio
Vuelan mis ilusiones
Con fe de regalos
que en navidad confío
Invierno de navidad
Invierno frio.
¿Hacer que podrías?
¿Qué traes entre tus manos?
Que gorro y bufanda enfrías.
Voy camino de mi casa
Y miro a la genta luchar
El viento las empuja
Y no las deja pasar.
Yo le digo al frio viento
Por favor déjame llegar
Que mi mama me espera
Y un chocolate caliente me va a dar.
Un nombre para el invierno
Y que nombre le ponemos al invierno,
si quisiéramos jugar,
a los nombres más extraños
Que podamos inventar.
Yo le pondría macaco
Como un mono invernal
Yo le pondría mandril
Como el taladro de mi papa.
Yo le pondría nodriza
Como la tía enfermiza
Que salió una noche fría
Con un gorro y sin camisa
Mejor le ponemos
Sopla de nombre y Soplido de apellido.
Y si acaso alguien pregunta
cuál es el nombre de su padre tierno
dile que Dios lo llamo…
el Sr. INVIERNO.
Viento frío
Sopla que te sopla
llueve que te llueve
montando en el viento
el invierno viene.
Se ríe de todos
el invierno duende
arranca los gorros
empuja a la gente.
Narices y orejas
muy rojas las vuelve.
Golpea las puertas
y así se divierte.
Poemas de Inverno para Adultos
Ahora vamos con 3 poesías de invierno de categoría excepcional, como solo pueden hacerlo Antonio Machado y Pablo Neruda. Y por cierto Machado, en el último poema de esta trilogía, hace una alegoría a su infancia en el colegio en tiempo de invierno. Es verdaderamente genial.
Sol de Invierno de Antonio Machado
Es mediodía. Un parque.
Invierno. Blancas sendas;
simétricos montículos
y ramas esqueléticas.
Bajo el invernadero,
naranjos en maceta,
y en su tonel, pintado
de verde, la palmera.
Un viejecillo dice,
para su capa vieja:
«¡El sol, esta hermosura
de sol!…» Los niños juegan.
El agua de la fuente
resbala, corre y sueña
lamiendo, casi muda,
la verdinosa piedra.
Jardín de invierno de Pablo Neruda
Llega el invierno. Espléndido dictado
me dan las lentas hojas
vestidas de silencio y amarillo.
Soy un libro de nieve,
una espaciosa mano, una pradera,
un círculo que espera,
pertenezco a la tierra y a su invierno.
Creció el rumor del mundo en el follaje,
ardió después el trigo constelado
por flores rojas como quemaduras,
luego llegó el otoño a establecer
la escritura del vino:
todo pasó, fue cielo pasajero
la copa del estío,
y se apagó la nube navegante.
Yo esperé en el balcón tan enlutado,
como ayer con las yedras de mi infancia,
que la tierra extendiera
sus alas en mi amor deshabitado.
Yo supe que la rosa caería
y el hueso del durazno transitorio
volvería a dormir y a germinar:
y me embriagué con la copa del aire
hasta que todo el mar se hizo nocturno
y el arrebol se convirtió en ceniza.
La tierra vive ahora
tranquilizando su interrogatorio,
extendida la piel de su silencio.
Yo vuelvo a ser ahora
el taciturno que llegó de lejos
envuelto en lluvia fría y en campanas:
debo a la muerte pura de la tierra
la voluntad de mis germinaciones.
Recuerdo Infantil de Antonio Machado
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales.
Es la clase. En un cartel
se representa a Caín
fugitivo, y muerto Abel
junto a una mancha carmín.
Con timbre sonoro y hueco
truena el maestro, un anciano
mal vestido, enjuto y seco,
que lleva un libro en la mano.
Y todo un coro infantil
va cantando la lección:
mil veces ciento, cien mil,
mil veces mil, un millón.
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de la lluvia en los cristales.
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